Manuel
Llanga, de la tercera edad, trabaja como minador desde hace 25 años en Quito.
Manuel Llanga tiene 65 años y ha
dedicado los últimos 25 al trabajo más duro por la defensa del medioambiente:
el reciclaje. No por conciencia ecológica sino por necesidad. A las 4:00 am se
prepara mirándose en un trozo de espejo en un costado de su humilde cuarto
ubicado en Corazón de Jesús, norte de Quito. Se coloca una vetusta chaqueta de
cuero, toma con su mano derecha un tubo de acero de un metro de largo y con la
otra un sin número de costales que le han regalado el día anterior en una
panadería cercana.